Por un cambio en Venezuela
Venezuela en dos o tres visiones
Por: Enrique Guillén Niño
A casi una semana de la reelección de Hugo Chávez como presidente constitucional de Venezuela les comento mis impresiones acerca de la campaña y el resultado electoral.
En algún momento seguí por televisión la campaña de Chávez en el interior de la República, lo vi sobre una tarima, cuando se aproximó con micrófono en mano, al público aglomerado ante él. Una lluvia de peticiones consignadas en papeles amurruñados, húmedos de sudor por la espera, de lágrimas de anhelo y sentimientos de temor ante la imposibilidad de su realización, se proyectaban en el aire. Estos “papelitos” son una nueva forma de despachar. Los “papelitos al presidente” se han institucionalizado.
Facebook.com.- La peticiones breves, espontáneas y antiburocráticas caían cerca del máximo líder, casi a sus pies. Me imagino que la gente asumiría que mientras mayor fuese la cercanía al presidente, aumentarían las probabilidades de que su necesidad de obtener una vivienda digna; la operación de un ser querido; la revisión de un expediente penal de algún familiar recluido en nuestras prisiones calamitosas o la formalización de alguna pensión o inclusión en alguna misión, fuese concedida.
La mayoría chavista (con esta frase me uno a los que promueven interiorizar la aceptación del resultado electoral y asumir que no hubo fraude en la técnica electoral del cómputo de los votos) acudió a la concentración, ataviada con la franela roja característica del PSUV, esperó horas al máximo líder y cuando se presenta como el redentor iluminado que cura y consuela al pueblo sufrido, la esperanza se mantiene en la declaración, ya usual entre sus partidarios: “él es bueno, pero está mal asesorado, en algún momento llegará mi turno y el ungido me tocará con su manto de atención al desfavorecido, (cual José Gregorio Hernández) y mi casa, la operación, la misión será concedida”. Más o menos esta es la línea de pensamiento del pueblo que lanza papeles de peticiones a Chávez. Esta rutina debe repetirse en innumerables escenarios, ya que, detrás de Chávez un muchacho con una bolsa de tela, guindada de medio lado se apresuraba a recoger cuanto papelito rodaba por la tarima, como un San Nicolás al revés que mete esperanzas en una bolsa, en lugar de entregar dicha desde su bolsa.
Mi reflexión se circunscribió a concluir que la oposición ganará la elección presidencial, cuando el pueblo sienta que el máximo líder no le va a solucionar el problema perentorio que lo agobia, todavía hoy luego de 14 años de gobierno y una ineficiencia confesada en la campaña por el propio candidato socialista, el pueblo siente que la solución está en manos de Chávez, y la clave de ese sentimiento se traduce en la lluvia de papelitos que se arrojan a su paso por cualquier rincón de Venezuela.
El filósofo Arthur Schopenhauer decía que sobre la realidad existe un velo, una suerte de cortina que él denominó “El Velo Maya”, Schopenhauer bajo la influencia de la Cultura Oriental sostuvo, que algunos logran correr ese velo para acceder a la realidad, mientras que otros pasan su existencia sin ni siquiera imaginar que exista algo más allá. Es decir, todos vivimos con distintas cuotas de realidad.
Como esos recuerdos navideños que encierran una pequeña población en miniatura en una cúpula de vidrio, cuando agitas el adorno de mesa, percibes como una representación de nieve cae sobre el pueblo, un efecto que se logra encapsulando al pueblo. Al antojo de nuestra voluntad sacudimos bruscamente el adorno y nos fascina ver la simulación de una nevada sobre el pueblo, cuando comienza a asentarse la nieve sobre el fondo, repetimos la operación nuevamente.
De la misma manera opera el Chavismo en Venezuela, dentro de una cúpula de cristal y en cada elección Chávez agita el suvenir y los votos vuelan sin escapar, hasta la emisión del boletín nocturno del Consejo Nacional Electoral.
¿Cómo rompemos esa cúpula o en palabras de Schopenhauer cómo corremos el velo, la cortina, el manto para que el pueblo desfavorecido abrace una mayor cuota de realidad subyacente?
Esto pasa por dos aspectos:
Antes del acto de la votación se esparció de formal viral en las redes sociales un trabajo periodístico de un actor y periodista británico Ross Kemp, el musiú que logró interactuar y filmar un encuentro con un pran en una cárcel venezolana, las imágenes son dramáticas, ventas de drogas libres dentro de la cárcel, guardaespaldas armados custodian al pran y una clasificación del espacio realizada por los internos, para colocar a un grupo de presos en una zona de la cárcel en condiciones prácticamente inhumanas. Este breve reportaje, nos abrió los ojos de las circunstancias que rodean a los presos en Venezuela que muchos desconocíamos, pero mi reflexión se dirige al siguiente cuestionamiento ¿Dónde están los Colegios Profesionales formulando denuncias y explicando las fallas administrativas? ¿Dónde están las asociaciones de Derechos Humanos? ¿Dónde están los Diputados denunciando y explicando a la población las ineficiencias de los funcionarios públicos? ¿Dónde están los reportajes de investigación de nuestro periodistas desnudando estas realidades y otras? Y concluyo, si la gerencia pública es desastrosa, si la corrupción es galopante, si el abuso del erario público es olímpico, si la ineficiencia rompe las barreras mínimas exigidas y calza en la desvergüenza y el abuso, ¿Dónde están los megáfonos en las distintas facetas de la vida nacional que lleven estas inconsistencias al pueblo? Esto es algo que debemos preguntarnos con sincera reflexión: ¿hemos sido efectivos a la hora de desnudar hasta el hueso las maniobras burdas, vulgares y repetidas en la destartalada gestión pública que nos conduce?
El otro aspecto que debemos abordar se refiere al bendito y desgastado diagnóstico que se resume en la siguiente frase: “El bipartidismo Adeco-Copeyano se olvidó del pueblo, y en las décadas de los setentas a noventas se cocinó el caldo de cultivo, para que ese pueblo marginado, discriminado y olvidado viera en Hugo Chávez al redentor de su sufrimiento y de sus calamidades”.
Lamentablemente, miles y miles de profesionales universitarios, técnicos, comerciantes y empresarios no están a la altura del compromiso que exige esta nación y que valerosamente acometió el candidato Henrique Capriles Radonski, el ejercicio de la política de estos sectores se limita a comprar una gorra tricolor, acudir a un par de marchas en la campaña electoral, eso sí caminarlas de cabo a rabo, madrugar el día de la votación y esperar el boletín del organismo comicial comiéndose las uñas. Lógicamente como colofón, una lagrimita cuando se pierde y un tweet de autoayuda al día siguiente: “Seguimos en la lucha por Vzla”; “6 Millones morimos de Pie y 7 Millones morirán arrodillados”; “Mientras hay vida hay esperanza” “Pa lante a seguir luchando” y un sin fin más o menos en el mismo contexto de Paulo Coelho.
Volvemos a las preguntas: ¿qué hemos hecho nosotros los profesionales, técnicos, empresarios y comerciantes para reconciliar a las clases sociales?
Un profesional no puede dar unas clases al mes a personas de bajos recursos, un empresario no puede patrocinar un campeonato deportivo en alguna actividad con la que conecte, una actividad que le guste, que lo mueva, porque la clave amigos es que tiene que provocar hacer las cosas, te tiene que gustar y disfrutar el compromiso social que asumas, no lo puedes hacer para bajar los impuestos, o para salir en la prensa cuando haces el donativo, o para darte caché en el jetsetsocial.
Ustedes se imaginan el efecto poderosísimo que ejercería en nuestra sociedad un millón de personas activados en la reconciliación nacional. Siempre nos llenamos la boca sosteniendo que los técnicos y profesionales más capacitados los tenemos en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), pero ¿Por qué no utilizamos esa universidad, esa tecnología y esos recursos extras de actividades comerciales y empresariales para curar un poco las heridas causadas en las décadas que van desde 1.970 a 1.990?
El candidato Capriles entendió y asumió ese compromiso. Los votantes en la oposición no lo han entendido. Este candidato noble y demócrata, que raya en algunos casos en la ingenuidad, la transparencia y la inocencia (esta descripción no la hago como crítica, la formulo como un valor necesario para atraer a las masas y conquistar el voto), debe ser acompañado en esta lucha con una acción social decidida y sostenida, de los grupos con más conocimientos y recursos económicos.
Ojalá que de este despecho nos lavemos la cara para emprender estas acciones en dos (2) ámbitos: a) reclamo ante la ineficiencia, denuncia ante los abusos, y explicación ante el pueblo de las inconsistencias en la gerencia pública y; b) la acción social sentida de profesionales, técnicos, comerciantes y empresarios, para romper esa cúpula de cristal que tiene contenido a un pueblo en un sentimiento de reconcomio y venganza que no nos permite progresar. Nuestra comodidad pensó que el llamado a romper la cúpula de cristal en la que se encuentra el pueblo venezolano, sólo le incumbe al político y en este caso a Henrique Capriles, pero esa cúpula debe romperse entre miles de venezolanos para que logremos la paz espiritual que nos permita andar la senda del progreso definitivo.
Pido disculpas por lo extenso de estas reflexiones, pero cierro con algo que me permite respirar de nuevo con serenidad y optimismo, el tiempo de Chávez en el poder no es nada, si obtenemos la reconciliación nacional. Veinte años no son nada, si salimos del proceso con este aprendizaje de hermandad y unión entre venezolanos.
Así Chávez gobierne cien años, su derrota la tiene asegurada en las páginas de la historia, ya que pasará infelizmente a ella por sus frases de reconcomio, como el líder de la revancha y cajero furioso en el pase de facturas. El máximo líder que en arrebatos histéricos le espetó a Rosales: desgraciado; a Capriles: majunche y a los dirigentes Estadounidenses: gringos de mierda.
@PiedraConAletas