Los cardenales fijaron la fecha del 12 de marzo para dar inicio al conclave
El Cónclave comienza el martes 12 de marzo
La octava Congregación General del Colegio Cardenalicio decidió que el Cónclave comenzará el próximo martes 12 de marzo. Lo indica un comunicado de la Sala de Prensa vaticana. El martes por la mañana todos los cardenales participarán en la Misa Pro Elegendo Papa, que tendrá lugar en la basílica del Vaticano. Después, los electores, tras almorzar en la Casa Santa Marta se dirigirán a la Capilla Sixtina para comenzar con las votaciones para elegir al próximo Papa.
Después de que resuenen las palabras “extra omnes”, los 115 cardenales electores serán encerrados en la Capilla Sixtina, en donde permanecerán aislados del mundo.
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Vaticaninsider.es.- Los 115 cardenales “electores” ya están listos para la elección del nuevo Pontífice. La edad promedio es de 72 años, la mayor parte de ellos son europeos y fueron creados por Benedicto XVI (vea el “mapa” de los cardenales electores). Los italianos son los más representados en el Colegio cardenalicio, con 28 cardenales, pero hay purpurados que representan a todos los continentes.
Cómo funciona el Cónclave
Después de que resuenen las palabras “extra omnes”, los 115 cardenales electores serán encerrados en la Capilla Sixtina, en donde permanecerán aislados del mundo. Para resolver los detalles de la elección deberán estar disponibles el secretario del Colegio de cardenales, el maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias, ocho ceremonieros, dos religiosos encargados de la sacristía pontificia y un eclesiástico asistente del decano del Colegio cardenalicio, todos previamente aprobados por el camarlengo y sus tres cardenales asistentes “pro tempore”.
Las operaciones de votación se realizan mediante el escrutinio, que se divide a su vez en tres fases (previa, propiamente dicha y posterior) : Antescrutinium, Scrutinium vere proprieque, Post-scrutinium. En el Antescrutinium el último cardenal diácono sortea tres escrutadores, tres revisores y tres “infirmarii” (los que recogen los votos de los cardenales enfermos en la residencia Santa Marta).
Los ceremonieros entregan dos o tres fichas blancas a cada elector, con la leyenda “Eligo in summum Ponteficem” bajo la cual se coloca el nombre del elegido. Luego dejan la Capilla Sixtina. Se pasa así al Scrutinium vere proprieque. En esta fase cada cardenal compila en secreto la ficha, la dobla por la mitad y manteniéndola levantada se dirige al altar con las urnas. Allí el purpurado elector jura según la fórmula: “Llamo como testigo a Cristo Señor, que me juzgará, de que mi voto es dado a aquel que, según Dios, considero debe ser elegido”. Y desliza la boleta en la urna. Al final de la votación, el primer escrutador agita la urna y el tercer escrutador transfiere las fichas una a una dentro de un cáliz.
En este punto los escrutadores se sientan frente al altar. El primero abre una ficha y lee el nombre, el segundo repite el procedimiento, el tercero anota el nombre y lo lee en voz alta, y luego perfora las boletas con una aguja sobre la palabra “eligo” y las une con un hilo. Las fichas son quemadas después de cada votación en una estufa. De allí la fumata será negra si no hubo un resultado positivo; en cambio será blanca e irá acompañada por el repique de campanas si, con una mayoría de dos tercios, fue elegido un nuevo Papa. El nuevo Pontífice es anunciado a los fieles en la Plaza San Pedro, con la famosa introducción en latín “Habemus Papam".
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Cómo funciona el Cónclave
Después de que resuenen las palabras “extra omnes”, los 115 cardenales electores serán encerrados en la Capilla Sixtina, en donde permanecerán aislados del mundo. Para resolver los detalles de la elección deberán estar disponibles el secretario del Colegio de cardenales, el maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias, ocho ceremonieros, dos religiosos encargados de la sacristía pontificia y un eclesiástico asistente del decano del Colegio cardenalicio, todos previamente aprobados por el camarlengo y sus tres cardenales asistentes “pro tempore”.
Las operaciones de votación se realizan mediante el escrutinio, que se divide a su vez en tres fases (previa, propiamente dicha y posterior) : Antescrutinium, Scrutinium vere proprieque, Post-scrutinium. En el Antescrutinium el último cardenal diácono sortea tres escrutadores, tres revisores y tres “infirmarii” (los que recogen los votos de los cardenales enfermos en la residencia Santa Marta).
Los ceremonieros entregan dos o tres fichas blancas a cada elector, con la leyenda “Eligo in summum Ponteficem” bajo la cual se coloca el nombre del elegido. Luego dejan la Capilla Sixtina. Se pasa así al Scrutinium vere proprieque. En esta fase cada cardenal compila en secreto la ficha, la dobla por la mitad y manteniéndola levantada se dirige al altar con las urnas. Allí el purpurado elector jura según la fórmula: “Llamo como testigo a Cristo Señor, que me juzgará, de que mi voto es dado a aquel que, según Dios, considero debe ser elegido”. Y desliza la boleta en la urna. Al final de la votación, el primer escrutador agita la urna y el tercer escrutador transfiere las fichas una a una dentro de un cáliz.
En este punto los escrutadores se sientan frente al altar. El primero abre una ficha y lee el nombre, el segundo repite el procedimiento, el tercero anota el nombre y lo lee en voz alta, y luego perfora las boletas con una aguja sobre la palabra “eligo” y las une con un hilo. Las fichas son quemadas después de cada votación en una estufa. De allí la fumata será negra si no hubo un resultado positivo; en cambio será blanca e irá acompañada por el repique de campanas si, con una mayoría de dos tercios, fue elegido un nuevo Papa. El nuevo Pontífice es anunciado a los fieles en la Plaza San Pedro, con la famosa introducción en latín “Habemus Papam".
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