La pornografia no mejora la educacion sexual
El porno, un mal profesor de educación sexual
Una investigación reclama más formación escolar sobre relaciones afectivas para compensar el creciente acceso a contenidos explícitos a través de Internet, que crean una imagen distorsionada. Las divergencias morales sobre estas enseñanzas lastran su presencia en los centros educativos
El problema es que la educación sexual suele ir acompañada de gran controversia por las muy distintas formas de entenderla / EFE
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El-nacional.com.- Sin una buena educación sexual en las escuelas, la pornografía podría acabar erigiéndose -si no lo ha hecho ya- como la gran fuente de aprendizaje en este campo para los niños y adolescentes, que tienen estos contenidos a un simple click de distancia desde muy pequeños.
Un reciente estudio de la Universidad de Middlesex, en el Reino Unido, ha lanzado esta alerta y reclama más educación afectivo-sexual en las escuelas para combatir la más que segura imagen distorsionada sobre las relaciones que obtendrán los jóvenes del porno. "El currículum en formación sexual de los niños tiene que crecer y adquirir más relevancia, además de incluir educación sobre pornografía", reclama el texto.
El problema es que la educación sexual suele ir acompañada de gran controversia por las muy distintas formas de entenderla. Al estar tan imbricada la visión de la sexualidad y las relaciones afectivas con valores morales y éticos, la polémica en muchas ocasiones provoca la parálisis en las políticas públicas de los Estados, quedando reducidas estas enseñanzas a unos pocos contenidos -centrados en la biología- en las asignaturas de ciencias, y cualquier formación o taller adicional, al albur de la implicación y las ganas del equipo de profesores. O a la orientación ideológica de los centros (por ejemplo, en el caso de las escuelas católicas), que en ocasiones chocan con las evidencias científicas.
"Nuestro trabajo ha encontrado evidencias crecientes de que los jóvenes no están satisfechos con la educación sexual que reciben, por lo que cada vez más acuden a la pornografía en busca de información. El problema es que, en lugar de enseñarles, el porno distorsiona las ideas que tienen sobre las relaciones y las prácticas sexuales", señalan por correo electrónico dos de las autoras del estudio titulado Basically... Porn is Everywhere (Básicamente... el porno está en todas partes), la profesora de Psicología de Middlesex Miranda Horvath y Afroditi Pina, de la Universidad de Kent.
En realidad, las fuentes de información principales de las que se nutren los jóvenes sobre sexualidad siempre han sido muy parecidas, aunque ahora son mucho más accesibles a través de Internet, asegura el profesor de la Universidad de La Laguna Fernando Barragán. "En 1982 se presentó una investigación pionera sobre la información sexual y el comportamiento de la población escolar en la que se demostraba que los estudiantes que tenían de 11 a 18 años de edad se informaban con pornografía -como si fueran libros de educación sexual- que obtenían en sus propias casas; hoy la consiguen en las redes sociales y las nuevas tecnologías, por lo que incluso la Unión Europea alerta de la necesidad de formación del alumnado y los diversos colectivos de profesionales para aprender a desarrollar habilidades de reconocimiento y defensa contra la violencia sexual", señala Barragán.
Estereotipos. "Que no haya una educación sexual reglada y basada en hechos científicos no quiere decir que los chicos no tengan preguntas y necesiten respuestas. Buscan otras maneras de aprender", insiste la experta de la Federación de Planificación Familiar Estatal, Alexa Segura. "Y cuando se aprende sobre el sexo a través de lo que los medios mayoritariamente difunden, o recurriendo al porno, lo que se recibe es la reproducción de estereotipos machistas, de relaciones violentas y basadas en falsas expectativas. Se reproduce un modelo coitocéntrico, una sexualidad reducida al coito que además deja fuera las prácticas de cuidado mutuo y muchas opciones diferentes de las de la heterosexualidad, por lo que muchas personas se pueden sentir marginadas", añade la especialista.
La pornografía, dice el reciente estudio británico, se ha relacionado en distintas investigaciones con actitudes poco realistas sobre el sexo y disfuncionales sobre las relaciones y conductas sexuales permisivas; con la creencia de que las mujeres son objetos; con pensamientos más frecuentes sobre el sexo; incertidumbre sexual (por ejemplo, el grado en que los niños y los jóvenes no tienen claro su orientación sexual, creencias y valores), y actitudes machistas. Estos contenidos empiezan a llegar a la vida de los niños cuando están aún en primaria (de 6 a 12 años de edad), asegura el informe.
Interpretaciones. Las autoras del estudio de Middlesex opinan que no todos los padres están preparados para ofrecer en sus casas una educación afectivo-sexual que mantenga a sus hijos alejados de los abusos y para desarrollar relaciones sanas.
"La escuela es la única palanca universal que tenemos para garantizar que todos los niños están protegidos y construyen la capacidad de resistencia frente a los posibles efectos de la pornografía en sus relaciones.
El contenido de la educación sexual y sobre relaciones debe abarcar el acceso y la exposición a la pornografía, así como las prácticas sexuales que son relevantes para las vidas y experiencias de los jóvenes", añaden las profesoras Horvath y Pina.
Las elecciones de unos padres y de otros pueden ser completamente contradictorias entre sí -por ejemplo, con el tema de los anticonceptivos- e, incluso, ser contrarias a las evidencias científicas, como los postulados de la educación sexual basada exclusivamente en la "virtud de la castidad" que defiende la Iglesia Católica. "Ha quedado demostrado reiteradamente que los programas de abstinencia exclusiva son ineficaces para fomentar y mantener el cambio de comportamiento. Además, una gran mayoría ha demostrado su ineficacia para prevenir la actividad sexual o reducir la infección por el VIH, las enfermedades de transmisión sexual o el embarazo no deseado", señala el informe Salud Sexual para el Milenio, una declaración publicada en 2009 por la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés).
Fernando Barragán rechaza completamente la educación sexual que se promueve desde la Iglesia Católica, a la que considera culpable de los retrocesos en estas enseñanzas de los últimos años. En su opinión, la educación sexual es un derecho fundamental que debe asegurar la integridad y la libertad de los ciudadanos. "Negar el derecho a la libertad de elección de la preferencia sexual, la forma de matrimonio o cualquier forma de limitación del derecho al aborto son expresiones de violencia.
Los retrocesos progresivos en toda Europa están llevando a una grave emergencia de la homofobia y la violencia contra las mujeres", indica. El profesor de La Laguna considera que la educación sexual debe promover la felicidad humana y, al mismo tiempo, "enseñar a diferenciar entre los comportamientos que producen placer y los que implican violencia".
Algo que difícilmente puede aprenderse solo a través de Internet.
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Un reciente estudio de la Universidad de Middlesex, en el Reino Unido, ha lanzado esta alerta y reclama más educación afectivo-sexual en las escuelas para combatir la más que segura imagen distorsionada sobre las relaciones que obtendrán los jóvenes del porno. "El currículum en formación sexual de los niños tiene que crecer y adquirir más relevancia, además de incluir educación sobre pornografía", reclama el texto.
El problema es que la educación sexual suele ir acompañada de gran controversia por las muy distintas formas de entenderla. Al estar tan imbricada la visión de la sexualidad y las relaciones afectivas con valores morales y éticos, la polémica en muchas ocasiones provoca la parálisis en las políticas públicas de los Estados, quedando reducidas estas enseñanzas a unos pocos contenidos -centrados en la biología- en las asignaturas de ciencias, y cualquier formación o taller adicional, al albur de la implicación y las ganas del equipo de profesores. O a la orientación ideológica de los centros (por ejemplo, en el caso de las escuelas católicas), que en ocasiones chocan con las evidencias científicas.
"Nuestro trabajo ha encontrado evidencias crecientes de que los jóvenes no están satisfechos con la educación sexual que reciben, por lo que cada vez más acuden a la pornografía en busca de información. El problema es que, en lugar de enseñarles, el porno distorsiona las ideas que tienen sobre las relaciones y las prácticas sexuales", señalan por correo electrónico dos de las autoras del estudio titulado Basically... Porn is Everywhere (Básicamente... el porno está en todas partes), la profesora de Psicología de Middlesex Miranda Horvath y Afroditi Pina, de la Universidad de Kent.
En realidad, las fuentes de información principales de las que se nutren los jóvenes sobre sexualidad siempre han sido muy parecidas, aunque ahora son mucho más accesibles a través de Internet, asegura el profesor de la Universidad de La Laguna Fernando Barragán. "En 1982 se presentó una investigación pionera sobre la información sexual y el comportamiento de la población escolar en la que se demostraba que los estudiantes que tenían de 11 a 18 años de edad se informaban con pornografía -como si fueran libros de educación sexual- que obtenían en sus propias casas; hoy la consiguen en las redes sociales y las nuevas tecnologías, por lo que incluso la Unión Europea alerta de la necesidad de formación del alumnado y los diversos colectivos de profesionales para aprender a desarrollar habilidades de reconocimiento y defensa contra la violencia sexual", señala Barragán.
Estereotipos. "Que no haya una educación sexual reglada y basada en hechos científicos no quiere decir que los chicos no tengan preguntas y necesiten respuestas. Buscan otras maneras de aprender", insiste la experta de la Federación de Planificación Familiar Estatal, Alexa Segura. "Y cuando se aprende sobre el sexo a través de lo que los medios mayoritariamente difunden, o recurriendo al porno, lo que se recibe es la reproducción de estereotipos machistas, de relaciones violentas y basadas en falsas expectativas. Se reproduce un modelo coitocéntrico, una sexualidad reducida al coito que además deja fuera las prácticas de cuidado mutuo y muchas opciones diferentes de las de la heterosexualidad, por lo que muchas personas se pueden sentir marginadas", añade la especialista.
La pornografía, dice el reciente estudio británico, se ha relacionado en distintas investigaciones con actitudes poco realistas sobre el sexo y disfuncionales sobre las relaciones y conductas sexuales permisivas; con la creencia de que las mujeres son objetos; con pensamientos más frecuentes sobre el sexo; incertidumbre sexual (por ejemplo, el grado en que los niños y los jóvenes no tienen claro su orientación sexual, creencias y valores), y actitudes machistas. Estos contenidos empiezan a llegar a la vida de los niños cuando están aún en primaria (de 6 a 12 años de edad), asegura el informe.
Interpretaciones. Las autoras del estudio de Middlesex opinan que no todos los padres están preparados para ofrecer en sus casas una educación afectivo-sexual que mantenga a sus hijos alejados de los abusos y para desarrollar relaciones sanas.
"La escuela es la única palanca universal que tenemos para garantizar que todos los niños están protegidos y construyen la capacidad de resistencia frente a los posibles efectos de la pornografía en sus relaciones.
El contenido de la educación sexual y sobre relaciones debe abarcar el acceso y la exposición a la pornografía, así como las prácticas sexuales que son relevantes para las vidas y experiencias de los jóvenes", añaden las profesoras Horvath y Pina.
Las elecciones de unos padres y de otros pueden ser completamente contradictorias entre sí -por ejemplo, con el tema de los anticonceptivos- e, incluso, ser contrarias a las evidencias científicas, como los postulados de la educación sexual basada exclusivamente en la "virtud de la castidad" que defiende la Iglesia Católica. "Ha quedado demostrado reiteradamente que los programas de abstinencia exclusiva son ineficaces para fomentar y mantener el cambio de comportamiento. Además, una gran mayoría ha demostrado su ineficacia para prevenir la actividad sexual o reducir la infección por el VIH, las enfermedades de transmisión sexual o el embarazo no deseado", señala el informe Salud Sexual para el Milenio, una declaración publicada en 2009 por la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés).
Fernando Barragán rechaza completamente la educación sexual que se promueve desde la Iglesia Católica, a la que considera culpable de los retrocesos en estas enseñanzas de los últimos años. En su opinión, la educación sexual es un derecho fundamental que debe asegurar la integridad y la libertad de los ciudadanos. "Negar el derecho a la libertad de elección de la preferencia sexual, la forma de matrimonio o cualquier forma de limitación del derecho al aborto son expresiones de violencia.
Los retrocesos progresivos en toda Europa están llevando a una grave emergencia de la homofobia y la violencia contra las mujeres", indica. El profesor de La Laguna considera que la educación sexual debe promover la felicidad humana y, al mismo tiempo, "enseñar a diferenciar entre los comportamientos que producen placer y los que implican violencia".
Algo que difícilmente puede aprenderse solo a través de Internet.
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